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DISPONIBLE EN: Archivo Cinematográfico y Videoteca
Nº TÍTULO ARCHIVO: 00002013

Título original: PUENTE, EL
Director/realizador: Bardem, Juan Antonio
Nacionalidad: España
Año de producción: 1977
Argumento: Basado en el cuento "Solo de moto" y otros relatos de Daniel Sueiro.
Música: Nieto, José
Guionista: Bardem, Juan Antonio; Palmer, Javier, Sueiro, Daniel
Director de fotografía: Alcaine, José Luis
Montaje: Biurrun, Eduardo
Cortometraje o Largometraje: Largometraje
Paso: 35 mm
Tipo de emulsión: Color
Tipología documental: Ficción
 
Ficha completa   
  Producción   Descripción física   Contenidos   Equipo técnico     Notas    
Tipología documental: Ficción
Género: Comedia
Sinopsis: Tras concluir su jornada en el taller mecánico donde trabaja y burlándose de los compañeros sindicalistas que luchan por sus reivindicaciones laborales, Juan se apresta a disfrutar, junto a Pepi, su último ligue, de un ansiado puente de tres días. A la hora de la partida, sin embargo, la muchacha no aparece, prefiriendo pasar sus días de descanso con un grupo de chicos de más alta posición social. Encolerizado, y pensando en las bromas de sus compañeros si se enterasen del plantón, Juan sube a su moto -la única que le es fiel y a la que llama "la poderosa"- sin rumbo fijo. Envalentonado tras preguntarle unas vistosas extranjeras a bordo de un descapotable por el camino a Torremolinos, Juan decide abandonar Madrid y conquistar la Costa del Sol -el mar, las suecas- al galope de su "poderosa". Pero algunos casuales encuentros, propiciados por el azar del viaje, y la profunda soledad de la carretera, comienzan a mitigar sus desmesurados ímpetus festivos. Casi a regañadientes ayuda a un automovilista, informando a su madre y su hermana de la avería del coche, mientras éstas esperan melancólicas junto al penal de Ocaña, obligando a Juan a personalizar el sufrimiento de los presos políticos y sus familias, a los que había hecho con anterioridad, despreocupada referencia. La visión de un trágico accidente, poco después, le enfrenta con lo real e irrecuperable de la muerte. Juan, en lucha interna con una incipiente angustia, se detiene entonces a recuperar fuerzas en un viñedo, siendo cruelmente humillado por el señorito del mismo. De nuevo en ruta, y tras ser invitado a melón por un humilde campesino, se detiene ante el tentador reclamo de una muchacha con los pechos al descubierto, que resulta ser uno de los miembros de un grupo independiente de teatro a los que se les ha estropeado su destartalada camioneta. Juan les ayuda, e incluso se queda a ver una representación que, dado su satírico contenido político, acaba en escándalo y detención de todo el grupo, ante lo que nuestro hombre advierte a las autoridades de su inocencia, desvinculándose de los cómicos. Ya ha perdido una noche y, pese a la soledad de la madrugada, continúa decidido a llegar, a disfrutar de su puente. En una estación de servicio se encuentra con un desesperado argelino que regresa de Francia con su familia ante la falta de trabajo. Más tarde, es multado por conducir en bañador, mientras una procesión fúnebre atraviesa la carretera. Con sus posibilidades económicas bien menguadas, se detiene para tomar un bocadillo. El encuentro con unos paisanos suyos, ahora enriquecidos emigrantes, le obliga a disimular su situación y a lanzar algún que otro farol. Vienen del pueblo y le hablan de su madre, a la que hace mucho tiempo que no va a ver ni escribe. Solo, casi sin dinero, medio borracho, las ilusiones de Juan van apagándose. En el campamento de unos hippies, que le recogen amistosamente tras pinchar una rueda de su moto, conoce y pasa la noche con Sally, tras decubrir en ella una ternura desconocida para él, más allá de sus burdos alaridos sexuales. A la mañana siguiente, un campesino le ayuda a llegar a su pueblo con la rueda pinchada, donde un mecánico -pese a ser día festivo- se la arregla solidariamente. Finalmente, Juan llega al atardecer a un Torremolinos grisáceo y solitario, fuma un cigarrillo en la playa y, en rápido y nocturno viaje, minetras recuerda como punzantes flashes los encuentros y sucesos de las últimas horas, regresa a Madrid. De nuevo en el trabajo, limpiándose la sangre que brota de su mano por una pequeña herida, Juan se mira en el espejo. En la parte de atrás del taller, los obreros sindicalistas continúan discutiendo sus propuestas de negociación. Sentado entre ellos, Juan acepta sonriente un cigarro de uno de sus compañeros.
Lugares rodaje no visuales: Madrid; Toledo; Ciudad Real